La capacidad de mantener la atención es crucial en la vida adulta, influyendo de manera significativa nuestro desempeño laboral, académico y social. Sin embargo, no es infrecuente que algunos adultos experimenten dificultades sostenidas en este ámbito, lo que puede ser indicativo de un Trastorno por Déficit de Atención (TDA). A menudo subestimado o confundido con simple despiste, el TDA en adultos es una condición real y diagnóstica que afecta a individuos de todas las edades, desafiando el mito de que sólo se presenta en la infancia. Si crees que es tu caso o el de un ser querido, te ofrecemos una visión detallada, explorando sus tipos, síntomas, criterios diagnósticos según el DSM-V, y formas de trabajar el déficit de atención en adultos con estrategias efectivas de manejo y tratamiento.

Qué es el déficit de atención en adultos

En ocasiones los adultos tienen dificultades para mantener su atención de forma adecuada. Esto les afecta mucho en diferentes aspectos de su vida. El hecho de haber notado mejoría respecto a la niñez, asumir que “soy despistado”, normalizar los síntomas u otras muchas razones, hacen que la persona no piense que puede tener un Trastorno por déficit de atención (TDA) y no acuda a su médico a consultar este problema, ya que muchas personas piensan que el déficit atencional, no se da en adultos. 

Para poder  saber si se trata de dicho trastorno de una forma objetiva (sin atender a opiniones de unos y otros) debemos saber que se deben cumplir unos criterios según el DSM-V. Aunque siempre será un médico el que confirmará o no, si se trata de TDA.

Hay 3 tipos de TDA: predominantemente INATENTO,  predominantemente HIPERACTIVO y COMBINADO. 

TDA predominante inatento: Déficit de atención sin hiperactividad en adultos

Los adultos con TDA predominante inatento han de mostrar al menos 5 de estos síntomas con frecuencia. 

  • Fallan en prestar atención a los detalles o cometen errores por descuidos. 
  • Dificultad para mantener la atención en tareas o en actividades recreativas. 
  • Parece no escuchar cuando se le habla. 
  • No sigue las instrucciones o no termina tareas. 
  • Dificultad para organizar tareas y actividades.
  • Evita o le disgusta iniciar tareas que requieren esfuerzo mental sostenido.
  • Pierde cosas necesarias para tareas o actividades.
  • Se distrae con facilidad por estímulos externos. 
  • Olvida actividades cotidianas. 

Hiperactivo-Impulsivo: Déficit de atención con hiperactividad en adultos

Los adultos con déficit de atención hiperactivo-impulsivo han de mostrar al menos 5 de estos síntomas con frecuencia:

  • Golpea o juguetea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento. 
  • Se levanta en momentos en que se espera que permanezca sentado. 
  • Corretea o trepa en situaciones que resulta inapropiado. 
  • Incapaz de jugar o permanecer tranquilo en actividades recreativas. 
  • Se muestra “ocupado” como si “lo impulsara un motor”.
  • Habla excesivamente.
  • Responde inesperadamente o antes de concluir la pregunta.
  • Le resultad difícil esperar su turno.
  • Interrumpe a otros o se inmiscuye en sus actividades. 

Déficit de atención en adultos tipo combinado (falta de atención e hiperactivo/impulsivo)

El tipo de déficit de atención combinado sucede cuando se presentan simultáneamente síntomas de los dos tipos anteriores. 

Debemos tener en cuenta en cualquiera de los tres tipos de TDA mencionados, los síntomas deben: 

  • Estar presentes antes de los 12 años. 
  • Presentes en dos o más contextos. 
  • Interferir claramente con el funcionamiento socia, académico o laboral. 
  • No se producen exclusivamente en el curso de otro trastorno. 

Cómo tratar el trastorno de déficit de atención en adultos

Una vez diagnosticado por el personal médico correspondiente, será él el primero que dará unas pautas a seguir. En cuanto a la parte psicopedagógica y psicológica, es esencial un tratamiento personalizado, puesto que en cada persona los síntomas pueden ser diferentes (unos más presentes que otros), interferir más en unas áreas que otras, etc. Aún así, hay algunas pautas generales que pueden ayudar, como son: 

  • Usar agenda: ayuda a tener un registro de lo más importante que debemos hacer cada día y evita muchos olvidos. Es esencial aprender a usarla, tener claro qué cosas queremos apuntar y llevar un seguimiento y acompañamiento de la agenda al principio. El mismo trastorno, no facilita el uso de la agenda, por lo que al principio debemos pedir ayuda, hasta conseguir integrarla en nuestras rutinas. Debe ser manejable y fácil de llevar (puede servir la agenda del teléfono móvil). 
  • Dar a conocer tu problema a los demás. Esto ayuda a que los demás entiendan lo que nos pasa, sentirnos comprendidos y poder pedir ayuda en los cambios que estamos llevando a cabo para mejorar el problema. 
  • Trabajar la reflexividad. Técnicas de relajación, parar a pensar, contar hasta 10 antes de reaccionar… Son técnicas conocidas, pero si escogemos una de ella y la aplicamos de forma rigurosa con ayuda de un especialista, puede resultar muy útil. Se puede escoger una situación en la que aplicarla y una vez dominada la técnica, podemos ampliar a otros contextos o situaciones. 
  • Hacer una sola cosa. Hacer varias cosas a la vez, aumenta la posibilidad de cometer errores y si hablamos de TDA o TDAH las posibilidades se multiplican. Lo más recomendable, es hacer una cosa hasta el final y una vez terminada, empezar con la siguiente. 
  • Lista de tareas. Muy relacionado con el punto anterior. Nos ayuda a plasmar visualmente lo que tenemos que hacer, jerarquizarlo y planificarlo. Cuando terminamos una tarea, la tachamos y vamos a por la siguiente. 
  • Ante tareas que requieran tiempo, planificar pausas cada 50 minutos aproximadamente. Es recomendable que durante esas pausas, realicemos una tarea que no requiera esfuerzo mental y que implique movimiento (levantarnos del asiento, pasear…).
  • Entorno libre de estímulos distractores. Cuando tenemos que hacer algo, es importante que el lugar tenga el menor número posible de estímulos que nos puedan distraer. Debemos tener sólo los utensilios necesarios para realizar la actividad.

Cómo mejorar el déficit de atención en adultos

En nuestro día a día, se pueden seguir pautas que pueden ayudar a mejorar los síntomas. Cada persona, deberá aplicar aquellos que necesite. En este caso, el adulto con trastorno por déficit de atención, deberá encontrar los que mejor resultados le den. Os mostramos algunos ejemplos: 

  • Escribir nuestra rutina. Por ejemplo, por la mañana, antes de ir a trabajar, podemos anotar nuestra rutina. Tener los pasos por escrito, es una forma de tener un guión que nos marca qué hacer primero, qué hacer después…, a la vez que nos ayuda a no olvidar ninguno de ellos. Por ejemplo:
    • Ducha y vestido.
    • Sacar al perro. 
    • Desayuno. 
    • Preparar comida. 
    • Preparar almuerzos. 
    • Revisión de lo que debo llevar: móvil, agenda, libreta y llaves. 

De esta forma, es más difícil que se olvide el almuerzo o la agenda. Puede servir igualmente para una rutina en el trabajo (enciendo las luces, el aire acondicionado, me pongo la bata, enciendo el ordenador, consulto la agenda…), rutina por la noche o cualquier otra que requiera ciertos pasos. 

  • Poner pequeñas metas (o metas intermedias) al hacer una actividad. Por ejemplo, si tengo que preparar la comida (meta final), me propongo como metas intermedias:
    • Preparar los ingredientes.
    • Cortar los alimentos. 
    • Primera parte del cocinado. 
    • Recoger y limpieza. 
  • Cuando termino una meta intermedia, me felicito por lo que he logrado y me permito una pausa. Hasta entonces, si aparece un pensamiento que me distrae (ver el móvil, contestar un correo, poner la lavadora, llamar a mi amiga…) no lo puedo hacer, redirijo mis pensamientos a mi meta intermedia.  Sirve para trabajos escritos, tareas domésticas…

  • Actividades de discriminación visual: actualmente hay numerosos juegos que ayudan a discriminar estímulos visuales iguales o diferentes. De igual manera, puedo recordar una situación de mi día y proponerme: “recordar el color de los zapatos de mi compañero de trabajo”, “recordar el color de los asientos de la sala de espera del médico”. Podemos usarlo como juego con algún familiar, haciéndonos preguntas el uno al otro. Puede que la primera vez no nos resulte fácil, pero nos puede entrenar poco a poco a prestar más atención a las situaciones que vivimos en nuestro día a día.