Es muy común oír hablar de memoria en nuestro día a día: «no tengo memoria», «yo antes tenía más memoria», «tienes que memorizar…», «recuerdo cuando fuimos a…», «acuérdate de…». Es decir, conscientemente o no, hacemos uso de ella, hablamos de ella, hacemos alusión a la memoria de los demás…

Pero con este artículo, me gustaría provocar una reflexión un poco diferente ¿Cómo ha cambiado el uso de la memoria con el paso de los años? Pongamos como margen, desde hace 100 años hasta ahora. Está claro que han cambiado nuestros hábitos, nuestra forma de trabajar, nuestra forma de relacionarnos, etc. Muchos de estos cambios, están relacionados con la tecnología, esto sí que ha avanzado en 100 años de una forma vertiginosa y de la misma manera, ha modificado nuestras vidas.

Por ejemplo, esto se hace muy patente en los números de teléfono ¿Cuántos recordamos ahora? Unos años atrás, recordábamos muchísimos. Casi todos los números de nuestros seres cercanos, estaban en nuestra memoria. También era común recordar el precio de las cosas de solíamos comprar, recetas de cocina, de las que conocíamos las medidas concretas, fechas señaladas (como aniversarios de amigos), fechas de acontecimientos importantes (personales o de la historia), citas del médico, dentista, etc.

Muchos de los datos personales (citas, reuniones…), debemos apuntarlos en la agenda o programar una alarma en el móvil que nos lo recuerde. Los cumpleaños nos los recuerdan las redes sociales y los números de teléfono, solo los vemos en el momento de guardarlos en la agenda del móvil. En cuanto a datos históricos, tenemos Internet siempre muy a mano.

Es cierto que nuestra forma de aprender ha cambiado, en muchos casos, ha disminuido el aprendizaje puramente memorístico, por aprendizaje de búsqueda rápida (lo cual no quiere decir: buena búsqueda o con buen criterio). Lo cierto, es que es muy sencillo buscar una información para un momento determinado, usarla y cerrar la página de Internet. Hay quien piensa, que una búsqueda tan rápida y fácil, no favorece el recuerdo y/o aprendizaje.

No nos podemos dejar llevar por esa falsa sensación de que la memoria ha dejado de ser tan necesaria como antes, gracias a las herramientas que ahora tenemos. Lo sigue siendo, los aprendizajes que más usamos en nuestra vida, hacen mucho uso de una buena memoria (además de otras muchas capacidades): operaciones aritméticas básicas, tablas de multiplicar, conocimientos de geografía que nos permiten trazar itinerarios, conocimientos sobre literatura que nos permiten situar un libro en una época o atribuirlo a un autor o estilo determinados, darle sentido al argumento de una película al recordar y relacionar el principio con los hechos que ocurren al final, recetas, productos que nos gustan de un establecimiento o de otro, caminos para llegar a diferentes lugares, etc.

Es por esto, que ahora más que nunca debemos ejercitarla, porque sigue siendo necesaria, pero muchas veces, por comodidad o por temor a olvidarnos algo importante, nos ponemos una alarma o lo apuntamos. Esto nos deja una tranquilidad que nos lleva a no darle importancia a recordarlo, porque ya «nos lo van a recordar». Por eso, propongo que nos retemos a recordar cosas, antes de que suene la alarma del móvil, antes de mirar la receta o buscar la información. Forzando nuestras capacidades, es como las desarrollamos y conseguimos sacarle el máximo partido.

Para seguir trabajando esta capacidad (y otras), en APRENDIBASE disponemos de libros y de actividades online, específicas para desarrollarlas y que no queden el el olvido.

Eva Santos Díez

Virginia Egea Briega